¿CÓMO SER VOZ?
Qué es esta suerte de estar dentro, con un silbido terrorífico atravesando la carne, donde los ojos ajustan premuras y voces roncas dictan el destino de la pulsación de un cuerpo, donde la cintura y algo más abajo dialoga con ser y no ser. Sobre la piel resbala el pesar, entre sus grietas o desde ellas emergen desconectadas las palabras de la mujer, una que es inconclusa y arrebatada, con medias manzanas por comer y los cabellos en su forma original; por lenguaje, la sarcástica fábula que nadie comprende.
¡Era bella la estrella que fallecía por tiempo!
Se dice que es mejor así, dentro, encerrada, segura. Dios nos bendijo al procurarnos ese lugar misterioso del encierro, así nada se nos perdería, nuestra debilidad estaría a salvo de las bestias del bosque, las cancioncitas que brotarán de nuestros labios pálidos encantarían al guardián de todas las moradas. Nos protege del esfuerzo, solo estará presto cuando el guerrero precise de nuevas energías. Nuestra cabeza no debe complicarse con grandes interrogantes, ese gesto solo producirá incerteza y desgaste. La ventana debe estar semiabierta, así la luz del sol no alterará nuestro color de piel, debe permanecer inquebrantablemente pálida y bella para su mirada.
Este jardín invisible lo ha fertilizado la historia y sus designios. Los geranios que asomaron una mañana cualquiera no encontraron razón de ser, el sable y la vaina brillaban amenazantes ante el menor gesto desde la puerta. Entonces, ¿cómo ser voz? ¿Cómo ser triángulo rojo y sangrante?
Comienza en cualquier momento, a borbotones, cuando palidez y encierro se vuelven dos amantes oscuros, cual tierras baldías pobres del verdor de la vida. Mientras, la canción permanece muda al otro lado del cuerpo, ahí donde emerge sin resultado el aullido de la que quiere ser. ¿Para qué el tejido y el cuerpo, la pluma y su cometido certero, las fiebres de tantas noches atadas bajo la cama en posición transversa mientras la lengua hurga por decir, por herir? Su veneno líquido asciende y desciende por las armaduras inventadas, apretadas a los sexos confusos y lastimeros, hirientes, violentos. Las plegarias, ¿qué dicen del silencio obligado y lo inerte que se ha vuelto el cuerpo?
¡Todo territorio demarcado por el hombre nos pertenece de punta a cabo, nos lo arrebató desde antes de ser!
Escrito por:
Alicia-Medina-Flores
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