Claves para un final abierto exitoso
Está muy de moda últimamente dejar una historia con el final inconcluso o “abierto”, puesto que ofrece muchas posibilidades tanto al lector como al autor. Para el primero es una llave que permite abrir todo tipo de puertas, realizar inferencias, sacar conclusiones, agregar algo de imaginación y obtener un millón de alternativas. Para el segundo, significa una ventana abierta para escribir una secuela. Pero ¿qué debo tener en cuenta a la hora de escribir un final de este tipo?
1. Sé cauteloso con los detalles
Por muy mínimos que sean, si vas a mencionar un personaje y su historia, asuntos pendientes y elementos que lo vinculen con la narración principal, debes tenerlos en cuenta a la hora de cerrar. Puede que, más adelante, tengas la oportunidad de crear la secuela y al no volver a mencionar dicho evento los lectores se van a preguntar qué pasó y quizá lo sigan buscando hasta el final del libro y al no hallarlo se queden con la sensación de “aquel evento o personaje del que nunca más se habló”.
2. No generes demasiada expectación si no tienes algo más para ofrecer
En mi experiencia, me he topado con novelas que terminan con el instante previo a un suceso de grandes magnitudes que podría cambiar el sentido completo de la historia y las vidas de los personajes, pero que termina en aquella angustiante espera. Naturalmente, la mayoría de los lectores deseará correr a comprar la segunda parte, pues este tipo de final es muy característico de las antologías; sin embargo, ¿qué pasa si no hay más? Puede que la historia haya sido fascinante, pero el final inconcluso deje demasiada expectativa que no podrá ser cubierta. De ser así, los lectores no podrán evitar sentir algo de frustración; y un lector disgustado es lo que menos deseamos.
3. Un final abrupto no es lo mismo que un final abierto
Muchas historias que comienzan de manera formidable y tienen un excelente desarrollo, caen en este peligroso error. Como autor, si tienes claro que no vas a realizar un segundo manuscrito relacionado a la historia que acabas de publicar, no puedes dejar que el final dé la impresión de un corte por falta de papel en la impresora o de que simplemente te levantaste del escritorio y lo dejaste sin el capítulo final. Sé que generar la sensación de ansiedad es lo que se busca al dejar un final abierto, pero así tiene que ser; una ligera sensación de ansiedad y sorpresa, más los elementos necesarios para atar cabos sueltos. Se debe entregar al lector las herramientas para que saque sus propias conclusiones acerca del término de la historia, no cortar violentamente sin que este pueda procesar todo lo que leyó. Muchos autores principiantes pecan de inexperiencia y, en ocasiones, en lugar de moldear un capítulo final de carácter abierto, cortan la narración en donde se les da la gana y dejan al lector con una sensación de incertidumbre e insatisfacción.
Ahora, mi querido autor, que ya conoces lo que debes y lo que no debes hacer, te invito a escribir un final abierto que tenga todos los componentes del éxito: dejar en suspenso al lector, darle las herramientas para que saque sus propias conclusiones y esculpir el último párrafo para que divague sin que parezca un corte definitivo. ¿Te crees capaz? Nada pierdes con intentarlo.
Este artículo fue escrito por:
Claudia Cuevas Moya
Editora de Aguja Literaria