ALAS DE ÁNGEL
“Escribí y planté un libro, ahora es una arboleda. Me llamo Milán y esta es mi historia”.
De esta forma comienza una novela que encontré dormida, dentro del llamado Archivo Histórico Nacional. Continúa así:
“Era la última luna de abril y la observé preocupado. Mi esposa aún no llegaba. En su espera, daba vueltas barriendo la acera como ritual de aquelarre.
El teléfono sonó y, al otro lado, la voz de un oficial. Lo que siguió fue doloroso, pero simple de explicar: velocidad, un barranco y tu alma volando a otra vida.
Amanda era tu nombre, psiquiatra obsesionada con la reencarnación; según tus investigaciones: ‘… morir es solo un viaje hasta un nuevo despertar’. Decías que nuestro amor trascendería y volveríamos a estar juntos, como Lou, nuestro gato, que regresaba luego de semanas. Insistías en que lo único importante era dejar las señales correctas.
Así decidí escribir nuestra historia disfrazada en una novela. La narración esconde símbolos donde se encuentra Lou, tus manías junto a las mías y unas alas que llevábamos de gargantilla como representación del retorno.
Esta alameda de letras es la forma que encontré, a modo de señal difusiva, para esperar la navidad de nuestro reencuentro en otra vida y despertar la curiosidad por esta lectura. Así nos ayudaremos a recuperar los recuerdos dormidos durante la transición del parto…”.
Entre mis dedos paso las hojas degustando cada letra de este libro, data del año 1927. Sus páginas amarillas dan cuenta del tiempo trascurrido y cada palabra le habla a mi corazón. Con delicadeza acaricio el lunar de mi cuello, tiene la forma de una solitaria ala de ángel. Bajo un aura de quietud, susurro en mi mente: “¡Qué historia tan familiar, como recuerdos distantes!”. Tanto así, que al gato descrito, de cola negra con ojos bizcos, lo he visto vagar en mis sueños desde que era una niña… La pregunta que queda es: ¿quién tendrá esa otra ala?
Escrito por:
Almma-Balcázar
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