EL CAMINO QUE TE VIO NACER
Jorgito, el camino fue testigo de tus primeros pasos, contempló tus fracasos y éxitos.
El camino te acompañó al colegio. Cuando sacabas buenas notas corrías a casa, pero en los días malos contabas los pasos cabizbajo y arrastrabas el bolso. Ese mismo camino estuvo ahí cuando te hicieron bullying y cuando tus lágrimas mojaron el suelo.
En tu adolescencia fuiste deportista, las canchas te conocieron más que a nadie. Después sacaste cuarto medio y te convertiste en un trotamundos aplanacalles, claro está que solo de la comuna Lo Espejo.
Te transformaste en adulto y conociste a tu alma gemela, Marcia, quien te acompañó en tus travesías al club de bochas, el taller de discapacitados, el curso de literatura, los paseos, los campamentos y otras actividades.
Fuiste feliz. Conociste lugares que otros desearían conocer. Recibiste el cariño y el respeto que te merecías y te volviste un personaje.
En tu funeral la carroza te acompañó por los lugares amados y muchas personas te despidieron con pañuelos blancos. Ahora yaces en el camposanto y no te veremos por un tiempo, no gozaremos de tu calor humano.
La calle no es la misma sin ti. El camino te extraña, aún están tus huellas impresas, recuerdo preciado de un ser ejemplar que existió en este mundo tan corrompido e ingrato.
Jorgito, fuiste especial, grande y nuestro.
Escrito por:
Malva-Valle