SOLO UNA VEZ
Es ingenuo y estúpido de mi parte detenerme unos segundos en cada estación de metro en la que nos vimos alguna vez. Sé que no tiene sentido, pero te busco con la mirada cuando me bajo del andén, al subir las escaleras… al pasar por el pasillo de salida en el que se ponen a cantar los artistas ambulantes. A veces veo grupos de jóvenes sentados cerca de la boletería e inconscientemente los miro y me cercioro de que no estés entre ellos, de que no estés en aquellos rincones en los que tantas veces te vi y cruzamos miradas cómplices, cuando me esperabas en secreto y luego de verme pasar me seguías hasta salir a la calle y por fin me saludabas con un beso en la cara y un abrazo.
Te extraño, y no puedo decírtelo. No podré decírtelo nunca más. Decidiste sacarme de tu vida como se saca la mala hierba de un jardín. Me rompiste el corazón en venganza por el tiempo que esperaste por mí; las migajas de mi tiempo no eran suficientes, lo sé. Si pudiera pedirte perdón lo haría, pero ya no puedo hablarte ni verte; incluso de mis sueños te has ido.
¿Sabes? Cuando hace frío, recuerdo las veces en las que nos vimos en algún café del centro, cuando pedíamos chocolate caliente, unas galletas y conversábamos de las estupideces que hacíamos cuando recién nos conocimos. Otras veces, cuando el clima es más violento y llueve a raudales, me acurruco entre mis sábanas y duermo con la esperanza de soñar contigo… Antes, luego de soñar contigo, tenía noticias tuyas o me cruzaba contigo en algún lugar de esta ciudad enorme… cómo extraño esas coincidencias, esa comunicación onírica que teníamos tú y yo.
Me alegra haberte conocido y no me arrepiento de haberte dejado entrar en mi vida, es probable que no debiera hacerlo, pero tu recuerdo se instala con fuerza en mi memoria y me saca una sonrisa cada vez que te veo, que te pienso… ¿cómo eso va a ser un error?
Sé que éramos muy jóvenes, que tú tenías un novio y el mío era su mejor amigo… pero también sé que aquellas veces en las que me tomaste la mano y me dijiste que me querías lo decías en serio, que esperabas algo de mí, algo que nunca supe cómo abordar. Yo amaba nuestra amistad, y extraño a la tú que fue una de mis mejores amigas… perdóname por haberme enamorado de ti. ¡No! Perdóname por no tomármelo en serio cuando tú todavía creías que podía existir un nosotras. Los prejuicios sociales me dieron siempre miedo, no fui tan valiente como para dejar a mi novio como tú lo hiciste, no tuve las agallas para asumir que te amaba… no era justo que me compartieras con él ni que yo te impidiera conocer a alguien más. Te quería egoístamente para mí sin dar nada a cambio. Perdóname. Ojalá pudieras leer estas palabras, ojalá te encontrara de nuevo cruzando alguna de las avenidas principales, en una estación de metro… en una cafetería.
Me alegra que ahora tengas a alguien a tu lado, alguien que te merezca, te cuide… que te quiera y presuma al mundo como la hermosa mujer que eres, porque te conocí muy joven, pero ahora eres la mujer más hermosa que haya visto.
Te extraño, pero no voy a buscarte; no quiero irrumpir en tu reciente y nueva felicidad con ella, solo lamento que no hayamos podido despedirnos, que no haya podido darte un último abrazo… tú lo quisiste así, me rompiste el corazón cuando me desterraste de tu mundo y me pediste que no te volviera a hablar… pero en el fondo lo entendí, me resigné y lloré en silencio, como te lloro algunas veces aún, como cuando paso por esa estación en particular en donde me esperabas, o yo a ti, cuando camino por uno de los parques en los que nos besamos a escondidas… o cuando siento el aroma de un chocolate caliente…
Vuela libre, cariño. Yo até mis alas a una vida “normal”, porque soy cobarde, pero tú, mi guerrera indomable, sigue tu camino, vuela y surca el viento con esa mujer que prometió hacerte feliz; pero si un día quieres volver, aunque sea en mis sueños, aunque sea para despedirte… aunque sea únicamente para consumar lo que nunca nos atrevimos a hacer, pero con lo que fantaseamos noches enteras… aquí estaré; si fuera lo único que quisieras de mí, te lo daría.
Puedes volver con la fuerza de los mares, fría como el viento, peligrosa e indomable, puedes tomarme y dejarme otra vez, no te juzgaré por ello, pero vuelve… vuelve, que necesito verte, aunque sea solo una vez.
Escrito por:
Claudia-Bovary