¡LLUEVA!
Caiga la lluvia sobre la ciudad amenazada
por el óxido y el gris.
Descubra la nervadura de las hojas,
brillen las alas del insecto.
Repiquetee sobre el campanario de las iglesias,
haga resplandecer las aureolas
de los hombres buenos.
Llueva sobre los antiguos monumentos,
lave la sonrisa tímida de las estatuas.
Golpee la sequedad del alma,
broten raíces de agua viva.
Cubra cual rocío el silencio del camposanto,
renueve la casa de los muertos.
Germine el trigo de la abundancia,
se escuche el grito de la tierra mojada y la tortilla corredora
golpee en la casa del desvalido.
Diluvie sobre la frente del afligido,
aclare los pensamientos.
Borre en los ojos visiones de antagonismo,
moje a los impacientes, testarudos,
deshonestos, refresque las vestiduras y de paso la piel.
¡Poderosa agua recién nacida!
Disfrutemos la delicia de pisar charcos y pozas
seamos puros como en la infancia.
Es breve el paso del hombre sobre la Tierra.
Escrito por:
Helena-Herrera-Riquelme