UN SER SUPERIOR
La inteligencia de todo ser vivo va en crecimiento, conforme avanza el tiempo evolutivo. Ella va tomando caminos diferentes, siendo la del hombre, tan solo una de las tantas formas que puede adoptar. Siempre he pensado que los árboles podrían ser más inteligentes que nosotros. Es difícil aceptarlo, pero intentaré persuadirte.
Comencemos con algo mágico que sucede, cada diecisiete años, en los bosques del Noreste de Estados Unidos. Las cigarras permanecen durante todo ese tiempo enterradas, esperando. Cuando salen de la tierra, comienzan una vertiginosa aventura que dura tan solo un mes. En ese mes, millones de cigarras se desplazan por los bosques, cambiando la piel y sacando a relucir sus alas. Ellas expresan la vida en toda su esencia: el movimiento expansivo y frenético, como si estuvieran en una carrera contra el tiempo; y lo están. Sirven de alimento para todos los animales del bosque, las comen hasta el hastío. Las cigarras también comen, se alimentan de la savia de los árboles. Algo de daño hacen, pero en escalas temporales, insignificantes para el todo. También se aparean, todo cuanto puedan. Las hembras ponen sus huevos y, finalmente, mueren de forma masiva. Al finalizar ese mes, los cadáveres de las cigarras quedan esparcidos por todo el suelo del bosque, y los árboles reciben un abono valiosísimo y único. En tan solo un mes ocurre el desenlace total luego de una espera de diecisiete años.
Los árboles, en su silencio, van avanzando de acuerdo a otros parámetros temporales, sin duda, muy distintos a los que manejamos los animales. Un mes en la vida de aquellas cigarras fue, prácticamente, todo para ellas. Un lapso aparentemente insignificante para esos árboles, algunos de los cuales alcanzarán a ver varias decenas de generaciones de cigarras. Pero, por otro lado, aprovecharán hasta el último de los nutrientes de esos millones de cadáveres, los almacenarán y utilizarán para mantener ese orden particularísimo y creciente. Poco o mucho tiempo; da igual. El bosque ha logrado dominar las distintas escalas temporales. ¿Puedes dimensionar todo lo que sucede en los bosques? Yo, al menos, no. Solo alcanzo a intuir que, frente a nosotros, se podría estar dando un tipo de comunicación que supera nuestra comprensión.
Considera también la enorme expansión, no solo temporal, sino también espacial que han alcanzado los árboles. Sé que estás pensando en un solo árbol, pero, ¿Dónde está la interioridad de un árbol? Si este no tiene un SNC, difícilmente podríamos decir que “siente” y, por lo tanto, que tiene una interioridad. Entonces, a diferencia de los animales, resultaría mucho más difícil delimitar su individualidad. ¿Por qué entonces vemos a ese árbol como si fuera un ser con una independencia comparable con la que tiene –por ejemplo-, un ser humano? ¿No estaremos proyectando nuestra propia individualidad en él? Por mi parte, prefiero pensar que árbol es a neurona, como bosque es a ser humano.
La extensión espacial de ese árbol podría ir mucho más allá de su corteza. Es el bosque entero el que está profundamente conectado entre sí, configurando un gran ser vivo. Ni siquiera podríamos definir su “límite físico” en función del ADN, ¡piensa en la enorme cantidad de ADN´s distintos que podríamos encontrar en un solo árbol! Y no me refiero al pájaro que se posa en su rama, estoy hablando de esas profundas simbiosis que cada árbol genera con los millones de microorganismos. Ten en cuenta, además, la conexión que forman los árboles entre ellos al enviar nutrientes, a través de sus raíces, a los de su misma especie. Ellos “saben” de la existencia de un otro, y viven para darle estabilidad a ese gran sistema llamado bosque.
Hoy, en pleno siglo XXI, en estos tiempos en que se habla de adelantos extraordinarios, las grandes potencias mundiales han notado que los bosques serían fundamentales para la estabilidad de la biósfera. Nuestros líderes dicen que plantemos más árboles; que reforestemos. Los científicos afirman que, esta vez, no se trata de algo romántico: es una cuestión de supervivencia. Los bosques son los que absorben parte importante de los gases del efecto invernadero, y todo ello que aparece en el Acuerdo de París, es mucho más que una moda. Las evidencias están sobre nuestras cabezas.
Basta ya. Llegó la hora de sincerarnos y decir con fuerza que El Bosque es un solo gran ser vivo, y no es pura semántica: Esto tiene una consecuencia práctica importante. Ese gran ser vivo vegetal, capaz de modificar la biósfera, ha estado desarrollando, desde hace millones de años, otro tipo de inteligencia, muy distinta a la nuestra. Ha sido capaz de moverse por los aires, utilizando al viento y las aves; ha podido expandirse en el espacio y el tiempo con un éxito extraordinario, permaneciendo durante millones de años y soportando innumerables cambios ambientales. Si no logramos ver a este gran ser vivo que nos contiene, como un ser más inteligente que nosotros, nunca lo vamos a poder respetar seriamente. Y no será él quien salga perjudicado: el bosque va a continuar su camino, aunque nuestra especie ya se haya extinguido; porque ellos podrían sobrevivir sin nosotros, pero nosotros, no podríamos lograrlo sin ellos.
¿Aún te sigues sintiendo el ser supremo de este planeta?
Escrito por:
Roy-Patton