LIBROS PARA EL MUNDO
Desperté con un ánimo de entusiasmo y felicidad que nunca antes había sentido. Fue tanta la sensación, que no creí ser capaz de contenerla, así que decidí compartirla. Puse mis libros en un carrito de supermercado, salí a la calle y coloqué uno por uno en cada cuadrado de la vereda. Logré avanzar casi dos cuadras con mi colección. Regresé a casa con la ilusión de que alguna persona tomara uno y, con solo leer el resumen, se entusiasmara a terminar el libro. Pero luego de unos minutos, sentí una profunda angustia, un sentimiento de culpa acabó con mi entusiasmo y mi impulsiva forma de actuar. Salí nuevamente a la calle, corrí hacía la esquina y, al girar la cuadra, vi a muchas personas estáticas, concentradas, con los libros abiertos entre sus manos… Aquella escena me hizo sentir de ensueño… Al final, me atreví a decirme con seguridad: “mañana, de seguro, habrá muchos libros en las calles”.
Escrito por:
Arturo-Sifuentes