MIRHIAN
Te conozco, desde antes que viera el sol, ese Inti que cae al norte del pacífico y se enciende con tus ojos y tu piel de nácar. Ahora, que después de los cuarenta, te sorprende en un beso indulgente, cuando la historia nos revela que siempre hubo y habrá una caricia que se detenga al calor y la embriaguez del momento, sin quedarse tan solo ahí; más bien, se posa en la cavidad y en la holgura de un abrazo que es eterno desde el espacio que lo recuerdo. Nada es tan verdadero como cuando te vuelves y dices “hasta luego”, creo que necesito tu visión para vivir con el conjuro de tus flamas al atardecer y jamás escribir un artilugio literario para asombrarte, porque maravilla siempre serás, y no un montón de sílabas que no muestran la desmesurada presencia del tiempo vivido que lleva tu andar, y la esperma para los que se rindieron a tus pies y solo te tuvieron en un instante de noches de desvelo.
Escrito por:
Claudio-Sepúlveda