LOS DESEOS DE LA FONTANA
Se encontraba caminando frente al Pantheon justo el día anterior a recibir el correo. El cielo de nuevo anunciaba lluvia y previó que lo sorprendería en medio de la calle. Le fue fácil encontrarla, pues había cientos de turistas haciendo la típica foto del momento previo a lanzar la moneda cargada de deseo.
Las esculturas miraban impávidas a los visitantes que se venían acumulando durante años alrededor del agua. Ya en medio de la multitud, contempló el fluir incesante de esta, la elegancia de las figuras inmortalizadas en su nobleza y esa monumentalidad indiferente de la arquitectura romana que ahora parecía tan lejana. La gente se agitaba y se enredaban innumerables lenguas y razas, los novios se abrazaban para hacerse una selfie y, luego de capturar el momento cliché, se separaban sin decir nada. Su mente divagó por un momento... y entonces se vio junto a ella mirando el agua desde la baranda, lanzando la moneda y corriendo juntos de la mano para esquivar la lluvia. Recordó lo cálida que parecía Roma ese invierno, como un imperio abierto a dos almas, a un par de cuerpos que se habían encontrado hace siglos. También ellos habían lanzado una moneda; él lo pensó ese día justo cuando retiraban las fotos. Y mientras ella lloraba la despedida, él permanecía inmutable como las estatuas romanas. Pero al momento de quitar esa foto de ambos lanzando la moneda, recordó que había deseado permanecer junto a ella por siempre. Entonces tomó la foto y estalló en llanto como un niño desamparado y le confesó en un murmullo cuál había sido su deseo; pero ella no pudo entenderlo, quizás porque él no modulaba con claridad o quizás porque también ella estaba llorando.
De nuevo frente a la Fontana, comprendió que la vida no estaba hecha de deseos pedidos en el extranjero, que finalmente todo dependía de los pasos dados por cada uno. Tú das el primer paso con firmeza y la vida da el siguiente hacia ti. Si te quedas inmóvil, la realidad corre frente a tus ojos como el agua de las fuentes y te vas secando sin llegar a ninguna parte. Se acercó de nuevo para arrojar una moneda de su país y, sin hacer foto alguna, pensó en un nuevo deseo que esta vez realizaría por sí mismo.
Escrito por:
Alberto-Véliz