IDEALIZACIÓN
Me rindo, ya no existes,
te he matado,
derretido;
y ahora te escurres entre mis recuerdos nostálgicos
que evocan a alguien, más bien algo;
una idealización de aroma, figura y ser.
Quemé tus memorias fotográficas,
dejé los álbumes de vivencias a la orilla del camino de mi vida,
a merced de la resaca de las olas del destino.
Tu risa y cerrar de ojos
ya no forman parte de mi muñeca de lanas magallánicas.
La ondulación de tus cabellos sobre mis mejillas
dibuja figuras de desilusión y provoca carcajadas agónicas.
Tus pétalos han volado lejos de mi hoguera de ansiedades;
han anidado en tierras planas
desde donde mis pasos hace años vienen escapando.
Hemos descubierto tierra firme;
tú, junto a tu polen
y yo, a mis raíces.
Te diseminas en bulbos ajenos,
de colores transparentes,
de almas hechas de celofán.
Eres feliz en el zigzag
y yo solo quiero paz.
Interrumpí tu búsqueda con la mía;
frenética, intolerante, precipitada.
Ahora te libero de toda reciprocidad,
cariño, interés y deseo.
Ahora eres libre del claustro en que mi mente te tuvo,
pues por años fuiste princesa en torre encerrada,
y yo; guardián de una mente ilusionada.
Ahora corre,
huye de mi maquinación;
del ideal de ti,
de alguien que nunca existió;
pero, que sin duda,
por largo tiempo en mi corazón anidó.
Te hice del barro de mis carencias,
te atribuí sentimientos,
incluso gestos,
hasta llegué a responder por ti mis lamentos.
Ahora sacudo de mis hombros el polvo,
descargo el peso,
recubro en alcohol las heridas que has dejado,
me siento a observar el paso de nubes,
sin pensar en donde hoy has parado.
Quité de tu rostro la máscara genealógica;
de tu espalda la carga de pasados amores.
Quité el caparazón bajo el cual escondías tus sonrisas más sinceras.
Encontré tu espontaneidad,
te hice nadar en el regocijo del sin sentido,
para que todo te llevase a disfrutar el presente
y anticipar el olvido.
No fue equívoco nuestro recorrido de manos cruzadas,
de besos sin fondo,
de abrazos fulminantes;
fue alucinación de un espíritu caminante.
El sendero ya llega a su fin.
Tu universo ha colapsado
según mi visor de lentes enjuiciadores.
Ya no te tengo.
Te he dejado ir.
Ahora de mí te enajenas,
pero no te preocupes,
pues no ha sido tu pecado el nunca existir.
Escrito por:
Fernando-Senociain