YUNGAY: El Barrio del Roto Chileno
Aguja Literaria decidió salir a las calles en busca de los lugares de Santiago más frecuentados por los escritores y amantes de la literatura. Así fue como llegamos a un barrio con tradición, donde se reúne la bohemia con la vida citadina, en un entorno pintoresco y lleno de historia. Recorrimos sus calles y los recintos que poetas, narradores, novelistas y cuentistas de Santiago visitan para recibir la inspiración que les permite continuar con sus escritos, o bien, para compartir una tertulia entre copas de buen vino o refrescante cerveza.
Les invitamos a acompañarnos en este viaje que iniciamos con nuestra detención en el viejo y querido Yungay, primer reportaje que Aguja Literaria ha preparado con el fin de rescatar nuestro patrimonio material e inmaterial y poner en conocimiento a nuestros lectores sobre algunos lugares que encierran interesantes historias que subyacen tras el vertiginoso crecimiento de la ciudad.
El barrio del roto chileno
Historia del Barrio Yungay
En los albores de la historia de nuestro país, los terrenos en que se encuentra hoy el Barrio Yungay, eran parte de una antigua chacra que Pedro de Valdivia había cedido a Diego García de Cáceres. Con el tiempo, pasó a manos de la familia Bravo de Saravia y fue heredada luego por la familia Portales.
Posteriormente, este lugar conocido también como “El llano de Portales” por ser propiedad de José Santiago Portales Larraín, padre del ministro Diego Portales, debió ser repartido entre este último y sus hermanos, tras la muerte del patriarca. Estos vendieron las 350 hectáreas que lo conformaban, a diferentes empresas.
El Estado compró en un principio la parte occidental para crear la Quinta Normal de Agricultura, luego el loteo donde se instaló el barrio, que tenía reservado un espacio para la plaza y la instalación de la Iglesia de San Saturnino.
La historia cuenta que el Barrio Yungay debe su nombre a la batalla de Yungay, que puso fin a la guerra que enfrentó Chile con la confederación Perú-Boliviana, y que tuvo lugar un 20 de enero de 1839.
Debido a esto, el presidente de la república de ese entonces, José Joaquín Prieto, luego de la batalla y en su homenaje, dictó el decreto fundacional del barrio que honra el triunfo de Chile, trazando como límites oficiales las calles Alameda, Matucana, San Pablo (en ese entonces el camino a Valparaíso) y Brasil (llamada en ese entonces Cañada de Diego García o Acequia de Negrete).
En ese mismo año, José Zapiola creó el “Himno a la victoria de Yungay”, otorgándole con ello más fuerza a su naciente identidad.
Jacinto Cueto y Juan de la Cruz Sotomayor, comenzaron a lotear hectáreas, dividiéndolas en manzanas y parcelas, al tiempo que ofrecieron a la Municipalidad ceder terrenos para la construcción de una plaza, calles, capilla y una escuela. El municipio comenzó a ocuparse de “la formación de un barrio al poniente de la ciudad”, trazando calles espaciosas y bien alineadas, al tiempo que las hacía coincidir; las que van de oriente a poniente con las del sector central de la ciudad. Las primeras fueron bautizadas como Catedral y Huérfanos, mientras dos con orientación norte-sur, aún conservan los nombres de los gestores del barrio: Cuevas y Sotomayor.
Una de las acciones que tuvo prioridad durante la formación del primer barrio planificado de Santiago, fue el trazado de la plaza, que en un principio era solo un espacio abierto en donde había una plantación de Eucaliptus conocida como Plaza Portales. “Años después el bosquecillo dejó paso a una plaza propiamente dicha que fue embellecida y bautizada como Plaza Yungay”.
En la década de 1840, el profesor y exiliado político argentino José Domingo Faustino Sarmiento, publicó el artículo “La villa de Yungay”, en El Mercurio de Valparaíso. Sarmiento residió en el barrio, al igual que el geólogo Francés Amado Pissis y el sabio Polaco Ignacio Domeyko, quienes al llegar a vivir a Yungay, otorgaron una fisonomía ligada a la residencia de incipientes grupos medios y vinculados al trabajo del aparato público. “En esa misma época se fundaron diversas instituciones en la zona, como la casa de Orates, la Hospedería San Rafael y la Escuela Normal de Preceptores”.
En 1844 y ante el fuerte crecimiento demográfico, el Arzobispado de Santiago en construyó la Parroquia de San Saturnino, que se edificó por segunda vez en 1887, en estilo gótico. Así mismo, en 1861, se terminó la iglesia y el claustro de los Capuchinos, en las calles Cumming con Catedral.
Pero no fue sino hasta 1888 que se construyó el máximo símbolo de urbanidad del Barrio Yungay: “el monumento al roto chileno", obra hecha por el escultor nacional Virginio Arias, la cual seis años antes había ganado “una mención honorífica en el Salón de París, y que en 1884 obtuvo la medalla de oro en la Exposición Nacional de Santiago de Chile”.
El municipio, teniendo en vista esa trayectoria, compró la escultura y la destinó a la Plaza Yungay. “La figura, que representa a un joven de origen popular, tal vez un campesino enganchado para ir a combatir al norte, de pie, con la camisa arremangada, un fusil y un saco de trigo a sus pies, se convirtió en el símbolo por excelencia del ‘roto chileno’ y en el principal hito urbano del barrio”. El verdadero nombre de la obra es: "Al defensor de la patria”.
A principios del siglo XX, el barrio inició una etapa de gran desarrollo con la instalación de la Estación Yungay del ferrocarril de Santiago, el cual conectaba cuatro líneas: el de Santiago a Valparaíso, el de Circunvalación, el Yungay-Barrancas y el Túnel Matucana que conecta con la Estación Alameda, lo que la convirtió en una de las estaciones más concurridas.
En 1940, dos fenómenos marcaron un cambio en la vida de los habitantes del sector: el inicio de los loteos en la comuna de Providencia, y la Escuela Militar se trasladó a un predio del fundo San Luis. Esto provocó que la clase acomodada comenzara un éxodo hacia el sector oriente de la ciudad, lo que ocurrió tanto en Yungay como en el barrio República; “sin embargo, el barrio no sería abandonado sino por el contrario, comenzaron a llegar nuevos habitantes, quienes le dieron el sello especial por el cual es identificado”.
La Defensa de Yungay
A diferencia de otros barrios de Santiago, que han sucumbido ante el avance de la ciudad y el progreso de la urbe, los vecinos del sector organizaron un comité para conseguir que Yungay fuera reconocido como zona típica por el Consejo de Monumentos Nacionales, liderados por la historiadora y vecina del sector, Rosario Carvajal. Esta lucha nació en respuesta al intento de modificar el Plano Regulador Comunal del sector del Parque Portales, para construir edificios de altura, imponiendo un modelo de ciudad donde la comunidad no tenía derecho a decidir sobre su entorno.
El éxito de este barrio tuvo repercusión en muchos otros lugares con la misma problemática, entre ellos el Barrio de San Telmo, en Buenos Aires, Argentina, con cuyos vecinos se firmó el “hermanamiento de dos barrios históricos…”. “…Con el tiempo nos dimos cuenta de que había gente orientada a lo mismo en todo el país. La idea de la fundación fue articular las iniciativas comunales en favor de la protección del patrimonio cultural a nivel regional y ayudar para que sean escuchadas”, comenta Rosario Carvajal, gestora de esta iniciativa.
Finalmente el 19 de febrero de 2009, mediante el Decreto Supremo número 43, un sector del barrio fue declarado Monumento Nacional por el Consejo de Monumentos Nacionales, en la categoría Zona Típica.
Yungay y su relación con la cultura
Desde sus inicios, el Barrio Yungay ha estado ligado al desarrollo intelectual de nuestro país. Así, también, con la vida artística y cultural de Santiago. Durante el siglo XX, fue retratado en la literatura a través de obras como Juana Lucero del escritor nacional Augusto D’Halmar, o la obra escrita en los años 40 por Nicómedes Guzmán La Sangre y la Esperanza, novela ambientada en la parte norte del sector, que muestra el mundo marginal de los proletarios ferroviarios cercanos a las calles Mapocho y San Pablo. Otra obra literaria en la que se retrata a Yungay es Vidas Mínimas, de José Santos González Vera. Ambos escritores fueron vecinos del lugar.
Actualmente Barrio Yungay-Imágenes de Poesía, libro de poemas escrito por Miguel Alvarado, “describe con vibrante ritmo la presencia y entorno de un barrio que nació para exaltar la legendaria figura del Roto Chileno…”.
Ha sido también cuna del desarrollo de hombres, mujeres y familias que han liderado el progreso educacional, cultural, político e institucional del país. Entre ellos se encuentran Ignacio Domeyko, Domingo Faustino Sarmiento, Eusebio Lillo, Rubén Darío, Violeta Parra y Mauricio Redolés.
La mixtura de elementos logrados por las familias que lo habitan, deja de manifiesto que allí logran convivir personas de diversos orígenes y estatus socioeconómico, quienes han permitido que desde el principio destaque la cultura.
Entre esos elementos particulares de Yungay, destaca la celebración del 20 de enero como el Día del Roto Chileno, carnaval cultural que desde sus inicios, se ha celebrado ininterrumpidamente, mientras que en otros lugares, celebraciones como esta ya se han extinguido.
Se suman además: la semana del Barrio Yungay, las Mingas Barriales, el día del roto sudaca (también el 20 de enero y celebrada como elemento de integración para las distintas comunidades de inmigrantes que han llegado a residir en el sector durante las últimas décadas), Cabildos Barriales, el festival “Por la defensa de nuestro patrimonio” y el canal de televisión Víctor Jara TV. “Todas son iniciativas que han tenido como objetivo el rescate, defensa y promoción del primer barrio republicano de la ciudad de Santiago de Chile”.
Yungay mantiene, como muy pocos en la urbe, el carácter cercano y amable de los barrios de antaño. Reúne e integra a sus vecinos nuevos con los antiguos, los extranjeros con los nacionales, los adultos y los niños, en un modo de vida que pasa por la defensa del patrimonio cultural tan rico en este sector de la capital.
Fuentes:
Escrito por:
Rodrigo-Rocha-Flores