LA INVENCIÓN DE DANAE
Por su ventana favorita ubicada en la sala de literatura chilena, las gotas de lluvia resbalaban uniéndose unas a otras, cayendo cada vez con mayor rapidez. A través de ella, Danae revisaba el andar de los transeúntes de un lado a otro. En aquel vaivén las volutas de su cabello acariciaban su piel, cayendo elásticamente de sus hombros.
Entrecerraba los ojos cuando algún pasante capturaba su interés, y mientras duraba el trayecto de un marco a otro, ella pintaba lo que existía para él. Manteníase tardes enteras en estado meditativo, trazando historias que luego asilaría en cuentos, posibles en un universo paralelo abierto a los ojos de su invención.
Las vidas le pasaban en imágenes que fluían por diversas melodías y característicos aromas. Tal como la lluvia se unía al río, al fondo del gran cuadro frente a sus ojos, que viajaba bailando al compás del viento.
Su vista se perdió por un instante en las breves olas del incipiente mar, y aquellos que quedaron sin atención perdieron fuerza y color. Caminantes que en pausa, debieron esperar, por Danae y el verbo, germen de vida en aquel lugar.
Escrito por:
Vejú