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L E V E D A D
Esa instantánea que mandaste de un atardecer rosáceo con una pequeña luna rabiosa colgada del cielo,
los aromas ocultos en ella de maderas consumiéndose lejanas, quemas de hojas que se resquebrajan al tacto,
la tierra completa aromándose,
la humedad fértil que emana las brumas de los días que vendrán,
los pliegues entre una y otra cosa que guardan secretos simples de habitantes silenciosos,
los árboles a lo lejos confundiendo follajes, ocultando aleteos,
los vuelos imperceptibles de los insectos, los cordones de montañas sumidos en vaporosa lejanía
el recorrido diario dibujado en el barro
la calidez del hogar en la luz que como faro se alza en el horizonte de la jornada, el verde apacible del jardín que lo resguarda,
el paisaje interior espejándose entre las cosas del mundo, saliendo del cristal azul traslúcido,
la instantánea acortando soledades, volando pájaros, sobrando palabras, transmutando en telúrica piel,
estacionándose en lo profundo.
Un instante condensando la belleza, curvando el espacio, plegándose como un origami
volviéndose una forma de mundos externos e internos
con un solo corazón…
Escrito por:
Carla-León-Tapia
