OCTAVIO PAZ Y PABLO NERUDA: LA MIRADA DE UN PREMIO NOBEL A OTRO PREMIO NOBEL*
… murmuro el nombre de Pablo Neruda y me digo:
lo admiraste, lo quisiste, lo combatiste.
Fue tu enemigo más querido.
Octavio Paz
Pablo Neruda (1904-1973), fue uno de los mentores literarios de Octavio Paz.
En Confieso que he vivido, Neruda nos relata que se sintió muy orgulloso de invitar a Octavio Paz al Segundo Congreso de Escritores antifascistas, en Madrid, en 1937. El escritor mexicano había llegado entre miles de aventuras y desventuras, con solo un libro publicado, Raíz del Hombre, del cual Neruda había recibido un ejemplar dos meses antes. Es una auténtica promesa, dijo refiriéndose al joven poeta. Y no se equivocaba. Nadie lo conocía aún y Neruda fue uno de sus primeros lectores.
Neruda conoció a Octavio Paz (1917-1998), trece años más joven que él, durante la guerra civil española. Ambos se hicieron amigos de inmediato, pero años más tarde, en México, tuvieron un altercado llegando casi a los golpes. Octavio Paz, poeta, ensayista, pensador que ofició de editor de Vuelta y de otras publicaciones; que se enamoró como un adolescente pasados los cuarenta años, de Marie-José, la pintora francesa, se vio acariciado por la fama, los halagos, los premios y logró el Premio Nobel (1990), para él una marca de excelencia. Pablo Neruda, nacido en una familia modesta de la región del Maule, devino en el protagonista de un itinerario poético y de vida, inimaginable: alumno a los seis años del Liceo de Hombres de Temuco, ciudad donde su padre se había trasladado con él cuando tenía dos años; escribe un artículo en el diario La Mañana de Temuco a los trece; es Presidente del Ateneo Literario del mismo liceo a los dieciséis y obtiene sus primeros premios literarios; inicia estudios de Pedagogía en Francés en el Instituto Pedagógico, a los 17 años. Entre 1927 y 1935, ocupó cargos consulares en Rangún y en otros países; embajador en París, precandidato a Presidente de la República en Chile; protagonista de una vida amorosa turbulenta; Premio Nobel en 1971; y según García Márquez: “el mejor poeta del siglo XX, en cualquier idioma" (1).
El desencuentro entre Neruda y Paz se habría debido a Laurel, una antología de poesía moderna en lengua española, publicación que Paz realizaba con otro escritor. Según algunos, Neruda se habría enfadado a raíz de la exclusión de su amigo, el poeta español Miguel Hernández, muerto en prisión durante la guerra civil española.
La versión de Paz es diferente. Neruda se habría ofendido por la omisión de su nombre en la tapa de la revista Taller, de la cual Paz fue cofundador en 1938, y para la cual el poeta había enviado un texto. Una desafortunada omisión, diría Paz. En 1993, Paz recordó a Neruda en el vigésimo aniversario de su muerte. Se refirió al poeta diciendo que la amistad entre ambos fue tan abrumadora como una montaña, que Pablo era celoso de sus amigos, que se daba aires de un gran pez de las profundidades, que tenía un extraño sentido del humor.
Los respectivos egos de ambos escritores podían llegar a ser desmesurados. Octavio Paz tenía conciencia de su genio y tendencia a ocupar, de manera natural, el centro de la mesa hacia el cual todas las miradas convergían, lo que a Neruda no le puede haber pasado desapercibido ni agradado.
La enemistad entre Neruda y Paz duró veinticinco años, peor aún, en 1942, al término de la función consular de Neruda en México, los escritores y amigos le dieron una comida de despedida en el Centro Asturiano en ciudad de México. Al final de la cena, los escritores se alinearon para decirle adiós a nuestro poeta y desearle parabienes. Octavio Paz se caracterizaba por su elegancia en el vestir. Llevaba chaquetas holgadas, la corbata bien anudada y la combinación de sus colores señalaba la misma perfección que se advierte en su escritura. Cuando llegó el turno al poeta mexicano de dar la mano a nuestro poeta —que había bebido demasiado—, este lo felicitó por la impecable blancura de su camisa: “Tu camisa es más blanca que tu conciencia, dijo Pablo. Y “le sacó la madre”, recordando entre insultos a “la maldita antología y a sus autores”, al tiempo que lo agarraba por la camisa y desgarraba parte de ella. Por poco se fueron a los puños. Los comensales presentes se encargaron de separarlos (2).
No obstante este incidente, Paz confesó con admiración a la fotógrafo argentina Sara Facio, cuando le tomaba una foto para un libro sobre escritores en la Universidad de Cambridge en Inglaterra en 1970, que a él un poema le ocupaba dos meses, que lo corregía sin cesar y le expresó con admiración que le parecía increíble que Pablo Neruda hubiera escrito uno sobre Violeta Parra durante el corto trayecto de Valparaíso a Isla Negra, y que en seguida, su poema hubiese ido directamente a la imprenta sin corrección alguna (3).
Cuando Neruda postuló al Premio Nobel, se comenzó a rumorear en México que Octavio Paz estaba haciendo una campaña en contra del poeta chileno. Paz lo desmintió en una carta que se publicó en la revista Letras Libres. Le escribió a su amigo Efraín Huerta:
“Si tuviera que darte mi opinión, te diría que creo sinceramente que hay dos escritores latinoamericanos que merecen el premio Nobel: Neruda y Borges. Si yo pienso así, ¿cómo podría complotar contra un poeta que admiro? Una admiración, parece innecesario decírtelo, que no implica aprobación por todo lo que dice o hace” (4).
Se reconciliaron en 1967 en el Festival de Poesía Internacional en Londres cuando Paz y su mujer Marie-José fueron a saludar a Neruda en su cuarto de hotel. Neruda lo recibió con la familiaridad y amistad de antes del disgusto:
“Es una alegría verte, hijo mío”, dijo. Nunca más se volvieron a ver. Años después, Neruda le envió su libro “Piedras en el cielo” con una corta dedicatoria que decía: “me gustaría saber de ti”. Estaba fechado 1971, el mismo año que ganó el Premio Nobel.
Eran muy diferentes ambos poetas. Paz era más autocrítico de su propia obra, podía tomar distancia de ella. Decía que si tuviese que escribir nuevamente su libro “El Arco y la lira”, que con el tiempo le pareció demasiado intelectualizado, eliminaría su cerebralismo excesivo, y tenía razón. Según él, Neruda no poseía un sentido de distancia y de autocrítica lo suficientemente fuerte como para dejar fuera del tintero determinados aspectos de su obra. No hay duda que si Paz hubiese escrito Canto General habría eliminado “el cantar estaliniano: poemas a José Stalin: En tres habitaciones del viejo Kremlin vive un hombre llamado José Stalin …y hasta Berlín sus hijos como un huracán de pueblos llegaron y llevaron la paz ancha de Rusia” (5), es decir, ni siquiera hubiera pensado en escribirlo. Y también habría tenido razón.
Paz le expresó en una conversación telefónica a Jorge Edwards a mediados de 1990:
“Releí la obra completa de Neruda desde la primera página hasta la última… Mi conclusión es que Neruda es el poeta más grande de su generación. ¡De lejos! Mejor que Huidobro, mejor que Vallejo, mejor que Borges y mejor que todos los poetas españoles” (6).
Paz estaba convencido del talento y la calidad de la obra de Neruda, pero fue un admirador poético, no personal ni político. Él sabía deslindar fácilmente entre lo personal y lo profesional. En los últimos meses de su vida, una emisora mexicana anunció que el escritor, Premio Nobel mexicano —quien estaba en ese mismo momento oyendo la televisión— había muerto; él tomó el teléfono para desmentirlo. ¡Seguramente fue terrible para él! Recuerdo haber leído que Paz decía que morir es como jugar a las escondidas, pero que es un juego muy delicado y hay que saber jugarlo. No sé si supo jugarlo, pero él, que se creyó un día inmortal, murió al igual que Neruda, la Mistral, Borges y otros titanes de la literatura.
En 1993, en el vigésimo aniversario de la muerte de Neruda, en su ensayo Homenaje, Paz afirmó que el rompimiento con Neruda le había dolido muchísimo, y agregó que a él le hubiese gustado saber si Pablo se había sentido igualmente herido y terminó diciendo: “Murmuro el nombre de Pablo Neruda y me digo: lo admiraste, lo quisiste, lo combatiste. Fue tu enemigo más querido" (7).
————————————————————————————————————
Notas al pie
* De Blanca del Río Vergara, "Entre el amor literario y el amor humano en Pablo Neruda". El juego de las influencias. Edit. La Trastienda, Santiago, Chile, 2014.
(1) Perales Contreras, Jaime. Paz y Neruda: "Historia de una amistad". Revista Américas, OEA, 2008.
(2) y (3) Álvarez Bravo Manuel Foundation, "Clash of literary titans (First part)", The poet Octavio Paz in Yucatán, Mexico. September 18, 2010.
(4) Álvarez Bravo Manuel Foundation, "Clash of literary titans (First part)", The poet Octavio Paz in Yucatán, Mexico. September, 18 2010.
(5) Neruda, Pablo y Fundación Pablo Neruda, Canto General 1950 y 1992 “Que despierte el leñador,-III-. Editorial Planeta, Argentina. S. A. I. C.1ª.edición, mayo de 1993.
(6) Álvarez Bravo Manuel Foundation. "Clash of literary titans (First part)", The poet Octavio Paz in Yucatán, Mexico. September 18, 2010.
(7) Perales Contreras, Jaime, Revista Américas, "Historia de una amistad", OEA, 2008.
—————————————————————————————————————
Bibliografía
Además de los libros y artículos citados en las notas, se han consultado para este texto, las obras siguientes:
Neruda, Pablo, Confieso que he vivido, Memorias. Ed. Losada, S.A. B.A. 1974.
Teitelboim Volodia, Neruda. Santiago de Chile, 1994.
Schopf, Las huellas del poeta en los rostros de Neruda, Editorial Planeta, S.A. Chile, 1998.
Paz, Octavio, El arco y la lira, Fondo de Cultura Económica, México, 1956. La llama doble . Siglo XXI, editores, 1984.
Point de Convergence, Les essais, Gallimard, Francia, 1974. Itinerario, Barcelona, 1984.
Escrito por:
Blanca-Del-Río-Vergara