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Aguja Literaria

CLAUDIO MAGRIS Y EL DOLOR DE LA EXISTENCIA


Supe de Claudio Magris hace ya casi veinte años, cuando leí una crítica que le hicieron en la revista española “Nuestro Tiempo”. Se destacaban allí su humanidad y rectitud intelectual, algo no común en este tiempo de caótico materialismo, en el que el relativismo moral se ha convertido en una consigna casi automática para millones de seres humanos. Leí ávidamente algunas de sus obras y todo cuanto caía en mis manos acerca de su persona. Después se me presentó la oportunidad de conocerlo personalmente. Antes de ese primer encuentro, temía lo que ocurre tantas veces: que su personalidad y su vida real resultaran muy distintas de lo que decía en sus ensayos, que su palabra escrita fuera mera retórica, artificio literario urdido con los propósitos espurios de la fama o del éxito económico. Pero varias conversaciones que sostuve con él, de igual a igual, y en un tono sencillo y directo, me hicieron constatar que Magris no cultiva el culto de sí mismo, sino que se mira con irónica compasión, sin dar ninguna importancia al aura que lo rodea. Encarna con gran coherencia la mejor tradición humanista, no solo en sus obras sino también en su propia actitud ante la vida.


Estas palabras, oídas de sus labios en esos días, corroboran lo dicho:


“Debemos tener una recíproca indulgencia. Cuán estúpido es este común y poblado camino de herirse recíprocamente. Me parece imperdonable añadir más dolor a la vida. Hay que reconocer la propia pequeñez y no tomar las propias elucubraciones como el centro del universo. Un gran maestro hasídico decía: ‘El hombre es polvo y al polvo volverá, pero nada obsta para que en el intertanto pueda beber algún buen vaso de vino en buena compañía’ ”.


En sus novelas, Claudio Magris desenmascara las falsas premisas, creencias y teorías que hoy circulan sobre la existencia humana, recordándonos que en realidad no hemos dejado de ser lo que éramos, que cuando descubrimos que las palabras con las que creíamos explicarnos la realidad no sirven y miramos perplejos los engaños de la cultura, es cuando podemos iniciar la verdadera búsqueda de nuestra identidad, abandonando el sometimiento mecánico a los paradigmas contemporáneos y a nuestros propios impulsos, casi siempre erráticos e infructuosos, porque no proceden de un conocimiento real de la condición humana.


El hombre es el mayor desconocido de nuestro tiempo. Para cumplir lo que la sociedad le exige (sociedad que tampoco lo conoce), se va mimetizando con esas exigencias mediante diversas máscaras que esconden y adulteran su verdadero yo, y que terminan provocándole la pavorosa sensación de no ser nadie.


Si cada uno se oculta detrás de máscaras, se hace imposible una real comunicación entre los hombres, pues se conocen solo convencionalmente, y cada uno se queda solo y perdido en el drama de la incomunicabilidad, del sinsentido de la vida. Por último, el mundo mismo se hace ilusorio: un flujo de sucesos atravesado de punta a cabo por el absurdo.


“Hay que mirar cara a cara la Medusa de la vida —nos dice Magris—; no eludirla ni bajar los ojos ante su apariencia incomprensible o atemorizante, y acometerla de frente para descifrar sus enigmas. Atravesar las tinieblas y las fracturas de la realidad que creíamos cierta, resistiendo siempre la tentación de retroceder; confrontar las verdades detestables con todo aquello que creemos en el mejor ámbito de nosotros mismos, sin perder la esperanza de encontrar las salidas liberadoras”.


“La tragedia, pero también la dignidad humana, consisten en el hecho de que no existe una respuesta preconcebida al gran dilema, sino sólo una difícil búsqueda no exenta de peligros”.


Los temas de sus obras


Hay escritores que tienen impresos, en su conciencia o en su inconsciente, el paisaje, las leyendas y el carácter de su tierra, que los han acompañado en el camino de la vida y han moldeado su personalidad.


Trieste, lugar de nacimiento de Magris, ha representado para él un escenario propicio para intentar la fusión entre culturas y gentes muy distintas entre sí, y el punto de partida para una metafísica de lo que son las fronteras y cómo nos las encontramos en todo lo que hacemos, “porque son nuestras fronteras interiores las que deberíamos romper para pisar, al fin, un mundo habitable para el ser humano”.


“Ese intento me proporcionó la sensación de las fronteras, no sólo geográficas sino de todo tipo: culturales, religiosas, políticas, sociales, y me enfrentó a la necesidad y a la dificultad de superarlas”.


El tema de las fronteras, que Magris escudriña magistralmente en algunos de sus ensayos, lo hace ser un hombre de diálogo, que nos invita a recibir y revisar los argumentos de los demás con comprensión y tolerancia, pero a la vez con una inquebrantable convicción en las verdades cuya autenticidad hemos comprobado por nosotros mismos.


Ha sido llamado “el escritor de las fronteras”, como justo reconocimiento a su teoría sobre nuestro ser más personal.


Los temas de sus novelas rondan e interpelan la condición humana, y destacan que la realidad en la que vivimos no es unívoca y estática, sino cambiante y dotada de mil caras.


Sus personajes están marcados por el ritmo secreto de una perpetua ilusión y desilusión de la vida. Y el telón de fondo de ese ritmo es la búsqueda de absoluto y trascendencia, aunque jamás instala en sus conciencias las preguntas obvias y simplistas que abundan en las novelas mediocres. Deja que el lector palpe y atrape sus propias respuestas, consciente de que deben ser meditadas, sufridas y confrontadas finalmente con la pregunta de Job, como dice Joseph Roth: “Nosotros quedamos junto a Job en el polvo y la ceniza, preguntándonos, en los cien modos en que se puede disfrazar la angustia, qué sentido tiene la desventura, a qué terrorífico diseño corresponde el divino castigo de la virtud…”.


Magris no nos da tregua en cada uno de sus libros; nunca encontramos concesiones al lugar común que nos facilite y a la vez nos haga tediosa la lectura. Nos sorprende a cada momento, rompiendo los formatos literarios conocidos e introduciéndonos en mundos hasta entonces ignorados.


Reflexiones sobre algunos de sus libros


El Danubio es simultáneamente ensayo, crónica histórica y ficción. Vemos aquí lo que he dicho un poco antes: es este un formato literario nuevo, no aplicado antes por otros autores. Magris desafía el modelo formal de la novela al convertir ciertos lugares geográficos en personajes centrales de una serie de ensayos de diferentes dimensiones, y los enlaza mediante una pregunta unitaria que reverbera de trasfondo. Nos lo dice él mismo en una entrevista concedida a “Mundo Cristiano”: “El ser humano atravesando la vida y la historia, a pesar de las aventuras por las que pasa, o gracias a esas aventuras, ¿puede reconfirmar sus valores, puede llegar a decirse su identidad, como el Ulises de Homero y el de Joyce, que al final de la jornada vuelven a su hogar? ¿O por el contrario, el viaje que ha emprendido el hombre contemporáneo es un viaje en el cual no se encontrará a sí mismo sino que se perderá en un imposible retorno, en un caminar a través de la falta de significado que terminará en la nada?”.


En un pasaje de este libro, descuelga una opinión sobre la antigua Yugoeslavia (cuando aún vivía el mariscal Tito) que tiene el carácter de una advertencia premonitoria. Muestra con el dedo el precio terrible que hemos visto pagar después a estos pueblos, por aquello que llamaron libertad.


En A Ciegas, el protagonista cree poder dar un sentido a la vida por medio de la ideología. Pero si bien esta lo empuja a la búsqueda, al final no le da el sentido que necesita para habitar el mundo, y contribuye así a la fragmentación de su yo, alienándolo definitivamente.


También en esta novela Magris rompe los formatos clásicos de la literatura, e instala disonancias que no alcanzan a ser dodecafónicas, puesto que mantiene la lógica de la sintaxis sin transgredir la normativa del idioma.


La mente del protagonista salta de recuerdo en recuerdo buscando una coherencia. Hay una coexistencia de pensamientos, sensaciones, estados de ánimo y percepciones de quienes están oyendo, como si fuese un registro del inconsciente del personaje.


En Lejos de dónde, el desarraigo del pueblo judío en su permanente exilio es un simbolismo de la condición humana contemporánea.


—¿Te vas muy lejos? —le pregunta un judío a otro que está por partir a América.


—¿Lejos de dónde? —contesta este.


El mismo autor nos explica el simbolismo: “El judío del exilio no tiene un Estado, no tiene un punto de referencia, está siempre lejos de todo y de todos, pero al tener sus valores en un libro, en una ley que no está limitada por el tiempo y el espacio, no está nunca lejos de nada. Cada punto puede ser el centro del mundo”.


“El ser humano contemporáneo está expuesto a su destrucción, en una precariedad y debilidad extremas, pero a la vez tiene una increíble capacidad de resistir, de ser fiel a sí mismo, a pesar de todo. Se vive al borde de la nada como si todo estuviese en su sitio”.


“Lejos de dónde —nos dice Magris— es un libro central en mi obra, porque aparece el tema, que me obsesiona, de la crisis de la individualidad y de la simultánea capacidad de resistencia del individuo frente a la amenaza de la disgregación existencial y psicológica del sujeto. Se trata de describir la permanente tensión entre la precariedad de toda forma de identidad personal estable y la voluntad tenaz del individuo de percibir en el mundo cualquier atisbo de unidad. Cuando el hombre ha sido más fuertemente cercado y oprimido, ha sido capaz de desarrollar formas de resistencia más perfectas. La cultura hebraica-oriental, la civilización de esa última diáspora y del exilio representa un ejemplo histórico extraordinario de cómo el individuo desarraigado, constreñido a vivir aislado y sin el apoyo de las grandes construcciones políticas y estatales, se repliega en su realidad personal y familiar, en el plano de sus afectos, pero de un modo no retórico sino intensamente real”.


Microcosmos es quizás el libro que contiene más relatos autobiográficos. Magris entabla aquí un diálogo con sus vivencias interiores, con aquellos lugares y personajes que han cruzado su existencia y se han alejado, pero permanecen en el espacio antropológico, porque forman parte no solo de sus recuerdos sino sobre todo de su identidad, de su manera de mirar la vida.


Nos dice el autor: “Los lugares son ovillos del tiempo que se ha devanado sobre sí mismo. Escribir es desovillar esos hilos, deshacer como Penélope el sentido de la historia”.


Sus distintos capítulos están llenos de códigos extraídos de la realidad, y sus personajes nos abren un camino hacia la esperanza, al dar sentido al dolor y a los destinos singulares.


Oigamos a Magris en una entrevista acerca de este libro: “Tal vez sea eso el pecado original, ser incapaces de amar y de ser felices, de vivir a fondo el tiempo, el instante, sin la manía de quemarlo, de hacer que acabe pronto. El pecado original introduce la muerte, que toma posesión de la vida, la hace sentir insoportable en cada una de las horas que acarrea en su transcurso y obliga a destruir el tiempo de la vida, a hacerlo pasar pronto, como una enfermedad; matar el tiempo, una forma educada de suicidio”.


En la obra teatral La Muestra, nos introduce en la dramática existencia de Vito Timmel, pintor víctima del alcohol, a quien le hace daño su gran amor por la vida y desea borrarlo, apagarlo, no existir. Se redime al casarse con la mujer que ama, pero esta muere, y Timmel continúa el proceso de autodestrucción sin siquiera aceptar como una nueva oportunidad de amar su relación con otra mujer. Su exceso de sensibilidad le recuerda constantemente cómo es su vida y cómo debería ser, hasta que la angustia se le hace insostenible, y entonces se refugia en la apatía y el olvido, para sufrir un poco menos la falta de la vida verdadera. Termina en una completa demencia hasta fallecer.


Todo sucede en este drama como en una muestra; el texto no es lineal, no hay un comienzo y un final identificables como tales, cruza los códigos lingüísticos de los idiomas y dialectos. Su lectura se nos hace difícil, como si estuviéramos conversando con alguien de personalidad disgregada y discontinua, esquizofrénica. Nos traspasa así el sentimiento y la personalidad del pintor. Hay un uso magistral de la elipsis de conocimiento, involucra al lector en lo que se supone que este ya sabe, casi como un copartícipe de la historia. Es un libro escrito de manera muy distinta a todos los otros, porque no encontramos aquí esperanza ni soluciones al gran dolor de existir.


Conjeturas sobre un sable: Un sacerdote escribe una carta sobre la gestión pastoral desarrollada en la región de Carnia (en el límite oriental de Italia con Austria y Eslovenia), en la cual va enhebrando los acontecimientos que rodearon a un viejo sable y a su anciano dueño, el atamán cosaco Krasnov, cuando en 1944 Hitler le prometió a un ejército de cosacos establecerles allí una nueva patria. Magris nos lleva de la mano a enfrentar la ingenuidad y vanidad del ser humano que cree tener en sus manos el devenir de la historia, cuando las grandes líneas que la van tejiendo escapan a su voluntad y están trazadas por una inteligencia extraña a nuestra comprensión.


Algunas citas de Magris, respecto a este libro:


“El nazismo, como toda barbarie, fue a la vez imbécil y autolesivo; al exterminar a millones de judíos mutiló la civilización alemana y destruyó, quién sabe si para siempre, la centroeuropea”.


“Las acciones tienen un peso y una dignidad que no valoramos nunca lo suficiente, y no son revocables a nuestro gusto. Son los primeros pasos en el mal aquellos de los que debemos guardarnos; cuando ya estamos encaminados es difícil volverse atrás”.


“Aquella empuñadura que afloró entre los tormos de tierra me lleva a pensar en la brevedad pero también en la duración de nuestra vida, y me parece conciliar el gran sí que decimos en nuestro crepúsculo, aceptándolo serenamente, con la pequeña resistencia que justamente le oponemos, hasta cuando creemos, como creo yo, estar saciados y cansados de la vida, porque incluso una tarde de más en el café San Marco es poca cosa respecto a la eternidad, pero es sin embargo siempre algo, y tal vez no tan poco”.


Utopía y Desencanto es una recopilación de ensayos. Lo medular que rescaté de este libro es que, desde que carecemos de un referente absoluto por haberlo exiliado de nuestra vida, toda cosmovisión estable, todo centro en torno al cual articulábamos nuestra racionalidad, ya no funciona. Hay que ir más allá de la parálisis del desencanto, correr el riesgo de abrirnos a lo ignoto, afirmar los valores que nos permiten la movilidad y la incesante reinterpretación de nosotros mismos.


Magris también nos ayuda a recomponer nuestros sueños:


“La Utopía y el Desencanto van unidos: debemos estar conscientes de que Dulcinea no es Dulcinea sino Aldonza. Pero debemos pensar al mismo tiempo que Aldonza podría ser Dulcinea”.


En otros ensayos, como por ejemplo, La Historia no ha Terminado, Magris interpreta el libro de la vida con profundidad reflexiva y una tremenda sensibilidad, siempre atravesadas por un apasionado humanismo. Impresiona el rigor de su pensamiento, su búsqueda de la verdad última de todas las cosas sin hacer trampas, siempre objetivo y lógico en su razonar. No elude nuestras paradojas existenciales; al contrario, las saca a la luz y espera que hagamos con ellas nuestras propias síntesis.


Sus ensayos se leen con facilidad y agrado, con el asombro de encontrar en ellos ejemplos de la vida cotidiana que nos hacen reír en medio de la seriedad del argumento, con lo cual apela a nuestro corazón a la vez que acosa nuestra mente.


En un mundo en que todo parece ser relativo y opcional, según la utilidad que nos presta, Magris nos impele hacia la columna vertebral de los valores éticos, que no son negociables, y que constituyen lo único que puede permitirnos seguir en pie ante las innumerables dudas y sincretismos que hace llover sobre nosotros la cultura que hoy respiramos.


“Conocer significa distinguir —nos dice—, saber que una cosa es esa y no todas las otras”.


Por sobre la ecología y la naturaleza, Magris sitúa al hombre como protagonista de este mundo. “No es la naturaleza la que está en peligro sino nuestra especie, pero eso no le interesa a la naturaleza más que la extinción de los dinosaurios, puesto que la desaparición del hombre de la faz de la tierra no significaría una catástrofe planetaria y menos cósmica; todo seguiría su curso en el universo”. Después de ejemplificar esta idea termina diciendo: “Lo que está amenazado es algo más modesto pero para nosotros insustituible: el humanismo, el rostro y el lugar del ser humano”.


“No es la fe en un infinito progreso —aberrante como cada fe dogmática— la que puede confortarnos, sino la fe humanística e iluminística en tantos pequeños y distintos progresos posibles, que nos ayudan a vivir un poco mejor, a ser con más justicia lo que somos”.


Algunas obras

  • Stadelmann. 1988.

  • La exposición, Barcelona, Anagrama, 2003 (or. La mostra, Milán, Garzanti, 2001).

  • Así que usted comprenderá, Barcelona, Anagrama, 2007 (or. Lei dunque capirà, 2006), monólogo sobre el mito de Orfeo y Eurídice.

  • Il mito asburgico nella letteratura austriaca moderna (1963), reelaboración de su tesis doctoral.

  • Wilhelm Heinse (1968).

  • Lejos de dónde: Joseph Roth y la tradición hebraica-oriental, Pamplona, Colección Cátedra Félix Huarte / Eunsa, 2002 (or. Turín, Einaudi, 1971).

  • L'anarchico al bivio. Intellettuale e politica nel teatro di Dorst (Turín, Einaudi, 1974). Con Cesare Cases.

  • L'altra ragione. Tre saggi su Hoffmann. 1978.

  • Dietro le parole (Milán, Garzanti, 1978).

  • El anillo de Clarisse: tradición y nihilismo en la literatura moderna, Barcelona, Edicions 62, (or. L'anello di Clarisse, Einaudi, 1984).

  • Utopía y desencanto. Historias, esperanzas e ilusiones de la modernidad, Barcelona, Anagrama, 2004 (or. Utopia e disincanto, 1999). Ensayos 1974-1998.

  • Danubio, Anagrama, 2004 (or. Milán, Garzanti 1986). Premios Internacionales Antico Fattore y Bagutta.

  • Itaca y más allá, Madrid, Huerga y Fierro, 1989 (or. Itaca e oltre Milán, 1982).

  • Trieste, Valencia, editorial Pre-Textos, 2007, con Angelo Ara (or. Trieste. Un'identità di frontiera, Einaudi, 1982).

  • Microcosmos, Anagrama, 2006 (or. Microcosmi, Garzanti, 1997), ganadora del Premio Strega.

  • El infinito viajar, Anagrama, 2008 (or. L'infinito viaggiare, 2005).

  • La historia no ha terminado, Anagrama, 2008 (or. La storia non è finita, Garzanti, 2006).

  • Alfabetos, Anagrama, 2010 (or. Alfabeti. Saggi, Milán, Garzanti, 2008).

  • Conjeturas sobre un sable (or. Illazioni su una sciabola, Garzanti, 1984).

  • Otro mar, Barcelona, Anagrama (or. Un altro mare, Garzanti, 1991).

  • Il Conde, 1993.

  • Le voci, 1995.

  • A Ciegas


Algunos premios

Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, concedido en Guadalajara (México) el 1º de

septiembre de 2014.

Premio Viareggio (2007) por La storia non è finita.


Escrito por:

Annamaria-Barbera-Laguzzi



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