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Aguja Literaria

La importancia del tiempo en la narración


En uno de los artículos anteriores se mencionaron algunos elementos básicos que deben estar presentes en tu relato para que tenga consistencia y una estructura definida. No obstante, aquellos no son los únicos que pueden brindarle a tu obra todo el movimiento que deseas, hay otros recursos que sirven para esto, uno de ellos es el tiempo. Te explicaré su importancia a continuación.

Existen tres tipos de tiempo en una obra literaria:


1. Tiempo referencial o histórico

Es considerado el tiempo que permite contextualizar la obra en un determinado momento histórico; incluye las características sociales y culturales que determinan la concepción de mundo.


Ejemplo:

“Corría la época de los noventa, 1991, para ser más exacto. Mis padres habían vivido durante la revolución hippie y yo, por mi parte, disfrutaba de la era de los avances tecnológicos, los televisores a color, la moda cambiante y colorida, y las bandas de rock alternativo que tan extrañas le parecían a mis mayores…”.


Anónimo, Cuento de un invierno lejano.


2. Tiempo de la historia

Es el conjunto de acciones consideradas en su sucesión cronológica, tal como se ordenan naturalmente en la realidad referencial.


Ejemplo:

- El personaje busca encontrar un propósito para su vida.

- Conoce a muchas mujeres, pero ninguna es la indicada.

- Se enamora de una chica cruel y despiadada.

- Llega otra persona a su vida, le hace diferenciar entre el amor y la obsesión destructiva.

- Se queda con esa persona especial.


3. Tiempo del relato

Es la disposición artística de los acontecimientos según la finalidad del narrador, tal y como aparecen en la narración. Este orden no siempre coincide con la presentación cronológica de la historia. Se pueden relatar los hechos en una sucesión cronológica lineal, en forma discontinua o en retrospectiva. Existen diferentes tiempos narrativos:


(a) Narración ab ovo (lat. desde el huevo): El relato comienza en el momento del inicio cronológico de la historia. Sigue linealmente la secuencia narrativa desde el principio hasta su desenlace.


Ejemplo:

“Pues sepa vuestra merced, ante todas cosas, que a mí llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de Antonia Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, por la cual causa tomé el sobrenombre, y fue de esta manera: Mi padre, que Dios perdone, tenía cargo de proveer una molienda de una azeña que está ribera de aquel río, en la cual fue molinero más de quince años y, estando mi madre una noche en la azeña, preñada de mí, tomóle el parto y parióme allí; de manera que con verdad me puedo decir nacido en el río.”


Anónimo, El lazarillo de Tormes.


(b) Narración in medias res (lat. en medio de la cosa): El relato comienza en un momento avanzado de la historia. Desde ahí el narrador continúa o retrocede en la narración.


Ejemplo:

“Sobre el techo de la casa, recortados contra la luz del amanecer, los jotes semejan un par de viejitos acurrucados, vestidos de frac y con las manos en los bolsillos (...)


Fue un helado día de julio que Olegario Santana se halló a los jotes en el interior de su calichera, cuando eran apenas un par de polluelos feos y enclenques. Por hacerle una broma, los calicheros más viejos se los dejaron dentro de una caja de zapatos, como regalo de onomástico. Era día de Santa Ana. Él, un poco por seguirles la broma y otro tanto llevado por las morriñas de su soledad penitenciaria, se los llevó a su casa. Primero les hizo un nido en el patio y comenzó a darles de comer con la mano. A contar por su exiguo plumaje, las crías no tendrían entonces más de dos meses de vida. Después, ya un tanto creciditas, las instaló en el techo...”.


Hernán Rivera Letelier, Santa María de los flores negras.


(c) Narración in extremas res (lat. en el extremo de la cosa): El relato comienza desde el final de la historia, el lector conoce el desenlace; sin embargo, lo que lo motiva a seguir leyendo es el deseo de saber qué fue lo que llevó a los personajes a terminar así.


Ejemplo:

“Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona.


Aunque ni el diablo sabe qué es lo que ha de recordar la gente, ni por qué. En realidad, siempre he pensado que no hay memoria colectiva, lo que quizá sea una forma de defensa de la especie humana. La frase ‘todo tiempo pasado fue mejor’ no indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que —felizmente— la gente las echa en el olvido. Desde luego, semejante frase no tiene validez universal; yo, por ejemplo, me caracterizo por recordar preferentemente los hechos malos y, así, casi podría decir que ‘todo tiempo pasado fue peor’, si no fuera porque el presente me parece tan horrible como el pasado; recuerdo tantas calamidades, tantos rostros cínicos y crueles, tantas malas acciones, que la memoria es para mí como la temerosa luz que alumbra un sórdido museo de la vergüenza…”.

Ernesto Sábato, El túnel.


Como autor, debes saber diferenciar entre tiempo referencial, tiempo de la historia y tiempo del relato. Este último puede iniciar en el principio, en una parte avanzada de la narración, o en el final. Solo tú puedes saber por dónde comenzar a escribir según lo que quieras transmitir a tus lectores.


Para las historias de héroes o fantasía, generalmente es más apropiado la narración ab ovo; cuando se trata de dramas, novelas románticas o similares, le queda muy bien la narración in medias res; y para escribir obras de carácter policial, es excelente la narración in extrema res. Pero claro, estas son únicamente algunas sugerencias.


¿Qué esperas para poner en práctica lo aprendido?


Este artículo fue escrito por:

Claudia Cuevas Moya

Coordinadora de edición de Aguja Literaria

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